El 11 de Noviembre de 1887 fueron ejecutados cuatro de los ocho mártires de Chicago. A la pena capital condenaron a Lingg, Spies, Engel, Parsons y Fischer, este hecho conllevó a que se desataran protestas masivas alrededor del mundo.
Recordamos que los mártires fueron acusados de detonar en los incidentes de mayo de 1886 una bomba que durante disturbios reprimidos durante una manifestación pacífica causo un muerto y heridos a la policía, cuya represión policial posterior a la bomba origino un número indeterminado de muertos y heridos entre los obreros que reclamaban la jornada laboral de 8 horas.
Lingg, el día anterior a su ejecución, apareció en su celda herido de muerte, con un cartucho de dinamita explotado en su boca. Se duda si se trató de hacer pasar esto como un suicidio o fue un acto inmolación para conseguir el indulto de los compañeros.
Los restantes tres fueron condenados a fuertes sentencias, las que fueron posteriormente conmutadas por el Gobernador de Illinois ya que la acusación fiscal nunca descubrió quién había tirado la bomba que mató al policía y la evidencia no muestra ninguna conexión entre los acusados y el hombre que la tiró.
Todos los mártires pertenecían a la Asociación Internacional del Pueblo Trabajador, de corte anarco-sindicalista-. En el juicio, nunca se llegó a comprobar que ellos hayan sido los responsables de la bomba que detonó la masacre, pero queda la certeza de que esa bomba sería utilizada por décadas como instrumento de desprestigio al anarquismo, al comunismo y a la lucha obrera en Estados Unidos.
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